Las tierras del sur

En las fronteras de las tierras del sur un hombre de dos metros de estatura vistiendo con una armadura de acero que lo hacía parecer como un guerrero bárbaro estaba parado justo en el camino del tren imperial, aunque su cabello negro fuese corto de su nuca colgaban unas pequeñas trenzas que llegaban hasta la mitad de su espalda.

El tren se veía cada vez más cerca pero el hombre no se hacía a un lado, por el contrario permanecía parado con los brazos cruzados mientras observaba a la maquinaria imperial avanzado a toda velocidad en su dirección, de repente levanta su mano derecha, y unos pocos segundos después el tren lo embiste, pero no lo arroya ni lo mata, de hecho este hombre estaba perfectamente bien, e incluso, estaba logrando frenar el tren.
Después de avanzar unos metros el hombre apretó los dientes y le soltó un puñetazo al tren con su mano izquierda, parándolo en seco, y causándole una abolladura en el frente, solo unos centímetros a las espaldas de aquel hombre, en el camino que seguía el tren, había una gigantesca fosa de unos 5 metros de profundidad en el cual el vehículo se hubiese desplomando irremediablemente si no se detenía antes.
Cuando los pasajeros del tren bajaron para confrontar al misterioso sujeto este se identifico como Aart y aclaro que no vino a pelear, pues no cargaba con su espada de guerra.
Aart: solo vengo a informarles que a la gente del sur no le gusta la idea que el imperio “investigue” sobre lo ocurrió en sus tierras usando un tren cargado hasta el tope de soldados y sus infernales robots…
Decía mientras levantaba las manos en señal de tregua.
Aart: con esto no quiero decirles que no pueden realizar dicha investigación, solo que tenemos nuestras condiciones…
El guerrero tosía para aclararse la garganta y luego se tronaba el cuello.
Aart: no más de 5 agentes imperiales, ningún ICSS está permitido en el grupo de investigación, y cada uno de los miembros elegidos debe estar escoltado por un guía del sur en todo momento lo cual hace que el grupo sea de unas 10 personas máximo, y no se permiten vehículos de gran porte…
Aart tomaba una pausa para suspirar y recuperar el aliento, no solía hablar tanto, luego saca una carta de un bolsillo trasero de su pantalón que sostenía con la mano derecha.
Aart: además quiero que se le entregue esto a la emperatriz, son la ubicación de las elecciones al igual que instrucciones de cómo llegar hay desde vía tierra, y unas condiciones sobre la presencia imperial en el lugar del evento.
Luego apunto el cielo con la mano izquierda al tiempo que decía “y algo más…”
Aart: la gente del sur manda decir que no les gusta que los estén espiando desde el cielo y les ruegan que quiten la vigilancia satelital cuanto antes o no se quejen si terminan por tumbarles los satélites.

Cuando Misaki despierta se encuentra con que seguía agarrada a Bruna y esta la sostenía como si se tratara de un osito de peluche, mirando la ventana del cuarto la niña se podría dar cuenta de que ya era de día.
De pronto, el sujeto alguien toca la puerta y, desde el otro lado se escuchaba la voz de un anciano que llamaba desde el otro lado.
¿???: ¡Despierten ya es hora del desayuno!
Por más de que el hombre llamara Bruna no se despertaba, parecía profundamente dormida, solo despertó cuando el anciano, el hombre negro de la noche anterior, vestido con una especie de uniforme militar verde con camuflaje, entra pateando la puerta y salta sobre la cama con una agilidad que no era propia de un hombre de su edad, para gritarle en el odio a Bruna.
¿???: ¡DESPIERTA, QUE NO ES TIEMPO PARA QUE TE PONGAS A HIBERNAR!
En el rostro de Bruna se podía notar una mueca de malestar mientras alzaba el brazo derecho y trata de golpear al anciano como si tratase de espantar una mosca, este, hace de nuevo alarde de su gran agilidad y esquiva el golpe con un salto asía atrás, quedando parado en frente de la cama, la cual es golpeada por Bruna, provocando que esta se sacuda con mucha fuerza, a lo cual Bruna se termina despertando lentamente.
¿???: Lo siento por el susto niña, esta es la única manera de despertarla cuando llega el invierno, mi nombre es Alexander Simons, puedes llamarme Al si quieres…
Decía todo esto mientras sostenía la visera de su sombrero a modo de presentación, luego se disponía a salir de la habitación, cuando, llegando al borde de la puerta se da la vuelta para volver a mirar a Misaki.
Al: cuando termine de despertarse dile sobre el desayuno, y prepárate para el recorrido de tu vida, seguramente saldrá corriendo con tigo puesta de adorno para ir a la cocina.

Aart se rio de buena gana al ver todo aquello, la situación le pareció muy graciosa, Sakura siempre fue un oponente molesto de enfrentar, lo sabía de primera mano, el tenía que ser el guerrero del sur contra el cual el imperio mas tuvo que luchar.
Aart: parece que algunos de tus subordinados aun tienen hambre de batalla… por más que me digan que parar su tren es un acto de guerra a mi me parece que evitar que caiga a una fosa muy profunda es un acto de buena voluntad. (Revisen mi último post)
Después de que el guerrero se secara las lágrimas de los ojos, miro al trajeado blanco que había sido forzado a arrodillarse por la emperatriz y se volteo a ver a esta última.
Aart: tal vez quieras ser más moderada con tus actos, esta es una situación un poco más compleja de lo que crees… déjalo en paz por ahora.
Decía mientras su mirada se ponía más sombría, luego se acercaba al tren para examinar la abolladura que dejo.
Aart: las heridas de tu última invasión no se han cerrado del todo, mucha gente murió defendiendo las fronteras de estas tierras, sin mencionar los recuerdos de la ocupación militar… todo este asunto de las relaciones entre el imperio y el sur tiene a las tribus divididas, por un lado tenemos a los que están de acuerdo a aliarse con ustedes, por otro los que se oponen firmemente a una alianza y por otro lado tenemos a los que prefieren que se mantenga un pacto de no agresión.
El guerrero se acercaba a la emperatriz y dejaba su mano izquierda poyada en el hombro de Sakura.
Aart: las tribus están divididas y ninguna quiere tomar una decisión sin que todos lleguemos a un acuerdo, se teme a que regresemos a las épocas e donde los clanes se masacraban los unos a los otros…
Aart se cruzaba de brazos mientras le regalaba a su vieja enemiga una sonrisa irónica.
Aart: en cierto modo le hiciste un gran bien a este lugar, le diste a la gente un enemigo común con el cual luchar y mas pelea de la que estas bestias sedientas de sangre pudiesen manejar, ahora los guerreros están cansados y artos, todos queremos una oportunidad para guardar las armas, danos tiempo para conseguirla.

Bruna se levanto lentamente para luego mostrarle a Misaki donde estaba uno de los baños de la casa, en el cual se lavo, para luego regresar a su cuarto a cambiarse, una vez lista, acompaño a Misaki al piso de abajo para ir a desayunar.
Mientras Misaki vio por las escaleras, al voltear a su derecha, pudo ver una sala de estar, con un sofá y un par de sillones, lo curioso era lo que pasaba sobre el sofá.
Nightmare estaba profundamente dormido sobre el sofá cubierto por una manta, mientras su cabeza reposaba en el regazo de aquella mujer de piel oscura que lo miraba con ternura mientras le acariciaba la cabeza.
Bruna: *suspiro* debió ser sobre esfuerzo de nuevo, últimamente su esposa, sus hijas, mas la condición política local lo tienen tan preocupado que se la pasa trabajando todo el tiempo hasta que finalmente cae dormido de golpe en algún lugar… por suerte siempre ha sido dentro de la casa hasta ahora.