Senya Dazzling Ryazanov

Senya no recordaba cuando paso, aunque era casi un año mayor a su amiga, eran inseparables, debido a la proximidad de sus casas, incluso se turnaban para dormir juntas, entrañables como eran, no les faltaban amigos y las sonrisas de ambas podían incluso sacar la sonrisa de cualquier adulto. Tenía cuatro hermanos de sangre, a quienes quería, más que otros niños a sus hermanos, solo que su amiga era su familia, la familia que puedes escoger.

Visitaba todos los fines de semana la casa de su mejor amiga, se conocían desde que tenían memoria. Como siempre, les gustaba jugar en casa de su amiga, era una casa extraña, alejada de todas las demás con un jardín lleno de flores de muchos colores y aromas.

Senya era muy madura para su edad, la más alta de sus compañeros incluidos los niños, tan responsable que podía salir a la calle sin supervisión.

Se encontraba frente a esa puerta, el día era hermoso para jugar al exterior, la razón de estar sola era por una suerte suya, el día en que sus demás amigos estaban ocupados con sus deberes.

La puerta se abrió sin ruido alguno, su amiga salió disparada, como si fueran imanes se colocan una junto a la otra en abrazos y risas joviales, pero Senya sabía los nervios de ella, los veía en su faz, al contacto de sus manos, sin mencionar el tono de su voz, así de bien simpatizaban.

Dentro intentaron pasar el rato, juegos de manos, incluso sus pláticas comunes también se veían afectadas, finalmente se quedaron sentadas viéndose una a la otra sosteniendo una sonrisa nerviosa.

Heeem….

Su amiga estaba más alterada, por lo que fue por un cepillo, además de jugar, cepillarse el cabello era una de sus cosas favoritas, esto le gustaba más a Senya y muchas veces la convencía de cepillarse mutuamente por cualquier manera. Le gustaba peinar esos cabellos caoba que cuando los ponía ante la luz, arrancaban tonos rojizos intensos de quien consideraba su hermanita.

Mi mamí llegara pronto.

Las palabras de su amiga paralizaron a ambas, pues justo en ese momento el sonido de pasos dentro de la casa.

Æiris, Senya ¿Están seguras?

Frente suyo, sentados estaban los padres de su amiga Æiris, su madre era muy bonita, su cabello lo había heredado su hija, aunque la diferencia entre ambas es que era más largo y usualmente más rojo que el de su hija, aunque ahora estaba intimidada, normalmente se llevaban bien, les cocinaba, las atendía y en varias ocasiones se unía a sus juegos.

Si

Respondieron al unísono, ambas sentadas lado a lado sudaban frío, lo que pedían era grande, muy grande, incluso los Papás de Senya no sabían nada.

Cariño, habla con ellas.

Su padre, quien sacaba una cabeza a la mamá, tenía una leve expresión de preocupación, su barba de candado se movía continuamente, apenas parecía pintada pero en general, era la parte que ambas podían ver sin sentirse intimidadas. Como es natural en muchos casos y no siendo este la excepción, el padre daba más miedo que la mamá.

Solo si prometen hacer caso en todo lo que se les diga, si se portan mal o no cumplen, se dejaran de ver.

Por un tiempo dio un sermón sobre responsabilidad, a lo cual ambas asienten en repetidas ocasiones.

Durante todo ese tiempo, Senya pensaba en lo que se metia, pues… hace tiempo debido a la hermandad que las unía, Aeiris había confesado y siendo pillada al momento que poseía Magia, al parecer consideraba que no quería mentirle a ella.

Aunque al inicio fue toda una sorpresa, ambas superaron aquello, ahora el problema era con los papás de Aeiris, pues aunque el secreto habia sido revelado, ahora se le ofrecia una oportunidad.

Antes que nada -hablaron ambos adultos. Debemos comprobar si puedes usar magia Senya.

El tiempo más emocionante estaba sobre ellas, si

Los árboles mudaban sus vestidos, algunos se adornaban de prendas menos vividas, imperaba la moda de los colores del atardecer, el suelo adornado por el buen gusto de la flora formaba un tapiz multicolor por el cual caminaba Senya.
Las casas se desplegaban a los lados de la vía como alegres guardianes, hogares de amigos, conocidos y muchos otros niños que solían jugar, estaba orgullosa de poder recordar todos esos nombres con solo cinco años y medio.

Sus pies, ligeros como plumas, saltaban de alegría mientras se dirigía a la última casa, ahí donde terminaba la vía pública y comenzaba el patio más extraño de todos.
Incluso ella llamaba a ese sitio bosque, los había visto en programas, ese patio no era tan grande, ni tenía animales salvajes, solo muchos árboles que ocultaban el inmenso terreno, en medio de la copa se podía ver una pequeña torre, era la parte más alta de la casa de su amiga. Aeiris.

Solo pensar en ella le sacaba una sonrisa, desde que tenía memoria se conocían, era casi un año menor y sobre todas las cosas, era su mejor amiga, su querida hermana del alma.
Además sabía su secreto, aquello que no le había contado a nadie, recordaba ese día, con lágrimas en los ojos confesó su secreto, tan cercanas eran que una noche, ambas estaban en casa de Senya, en su cuarto, cubiertas por las cobijas, supo que era una Bruja, Aeiris nunca quiso mentirle pero se encontraban cerca de mudarse y al enterarse se lo dijo.
Temía que Senya dejase de ser su amiga, así que lloraba a mares cuando se confesó, al principio dudo, pero fuerte fue lazo que aceptó a su amiga, más que asustarse, Senya estaba fascinada, cada demostración de su amiga junto a las semanas siguientes fueron una aventura tras otra.

Dos árboles resguardaban la entrada, los primeros, un sendero cruzaba el bosque, conocía aquel camino incluso con los ojos cerrados, muchas veces había cruzado, sabia que saldria a una colina, coronando aquella colina, una casa antigua, de tres pisos y una torre se extendía, casa pasillo junto a muchos cuartos le eran tan familiares como su propio hogar, salvo ciertas puertas que no podía abrir, como la de los padres de su amiga.

Hacía tiempo que los Padres de Aeiris se enteraron de que su hija reveló un secreto muy valioso, platicaron con Senya, esa misma noche se mudaría toda la familia, con insistencia de las niñas, Aeiris podía llevara a Senya al sitio que sería su nuevo hogar.
Al principio no comprendió bien el trato, pero armadas de valor escucharon la solución que ofrecían los padres, debido al trabajo de su madre, Aeiris debía iniciar la escuela con otros niños que supieran de magia.

El camino era oscuro, perfecto para un buen susto, muchos niños por esa razón lo usaban en retos de valor o cuando querían armar sustos, incluso en ciertas fechas, aquel camino se adornaba con hermosas temáticas, ahora solo servía para recordar su elección.

Fracaso en ser apta en el manejo de la magia, poseía poder mágico, más que muchos niños dijeron los padres, aunque dijeron muchas cosas el resultado fue simple, Senya no comprendía cómo funcionaba la magia. Por un momento el mundo se derrumbó para ambas, se abrazaron mientras lagrimas salían en lo que consideraban un abrazo.
Fue la madre quien dijo que aquello no era un problema, Senya podía acompañar a Aeiris, solo era un poco más difícil la vida que tendría. Además aunque viviría con ellos, en ningún momento dejara a su familia.

Un rayo de luz deslumbró sus ojos, abrió y cerró para poder contemplar, un camino de baldosas verde esmeralda subía una colina, hasta la casa.
Paso a paso, recorrió hasta la puerta, de su cuello sacó un collar, como colgante una llave que le confiaron.
Entro, ahora sus pies temblaban como gelatina, nerviosa recorrió el camino a la torre, ahí la esperaba toda la familia.

Un abrazo a su hermana fue suficiente para calmarlas, pero lo siguiente fue muy rápido, los padres les indicaron que ya estaba todo arreglado, incluso ellos pagarían su estancia en el colegio.
Fueron muchas instrucciones pero fue lo último que dijeron lo que se quedó grabado en su mente.

Aeiris es nuestro mundo, la amamos tanto como podemos, por eso es tu oportunidad de dar vuelta atrás, el lugar al que vas, las cosas que vivirás, son difíciles de describir, ya te contamos los riesgos y las consecuencias de emprender este viaje.

Senya sujeto la mano de su amiga, estaba dispuesta a estar junto a ella. Viendo esa determinación la madre sacudió el cabello de ambas dándoles un último consejo.

Lo que pedimos es un salto de Fe, no uno cualquiera, y como cualquier salto de Fe, no debe de realizarse a ciegas.
Extendió su mano a una puerta que daba al vacío en aquella torre, Aeiris se acercó al precipicio, el viento sonó como advertencia del peligro inminente.

Conozco a Aeiris, no me dejara caer, confio en ella.

Senya valientemente se colocó a lado de su amiga, frente a ambas, una caída mortal las recibía, así obtuvo su primer recompensa, la altura mortal admirando su valor la recompensó con una vista única, la megalópolis se extiende como un mar engullendo todo para desaparecer en el horizonte, las luces del sol pintaban el paisaje, sin ventanas de por medio la sensación era increíble.

Abajo celebraban una fiesta, los vecinos comenzaban a preparar una enorme festividad, en ese momento muchas familias salían con sus hijos a la celebración…

Senya alcanzó a escuchar algo que decía la Mamá de su amiga “Ella tiene fe verdadera”

Ambas dieron un paso adelante, arrojándose al vacío.